Mientras continúo batallando con mis problemas en la rodilla, debo elegir pequeñas excursiones que me permitan matar el gusanillo por la montaña que corre por mi interior. La ruta que presento hoy es un agradable paseo hasta uno de esos rincones mágicos que esconde el Montseny y que puede servir de complemento a la visita al castillo de Monstoriu, ahora que los días son más largos. Se trata de llegar hasta un pequeño, pero muy bonito, salto de agua que guarda el secreto de una antigua leyenda. Dejamos el coche junto al tanatorio de Arbúcies, que encontraremos al pasar la primera rotonda de acceso al pueblo frente al concesionario de Ford.
Distancia: 2,5 km. (sólo ida)
Tiempo: 40 minutos de agradable paseo (sólo ida)
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Mapa de la ruta - Ed. Alpina |
Bajamos hasta la pista que hay por debajo del tanatorio, cuyos primeros metros son asfaltados, y comenzamos nuestra excursión caminando paralelos a la carretera. Pasamos junto a una serrería y obviamos varios desvíos hacia la izquierda que conducen a fincas privadas. La pista hace un giro izquierda-derecha y en ligera subida pasamos junto a la masía de Can Gall.
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Inicio de la pista |
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En marcha |
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Pasando junto a unos cultivos |
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Can Gall |
Dejamos atrás la masía y cruzamos otra parte llana con cultivos a nuestra derecha y buenas vistas hacia el Turó de Montsoriu, donde se perfila la silueta del castillo. Llegamos hasta una bifurcación de caminos donde encontramos el único indicador que señala la dirección hacia el salto de agua. Hacemos caso a la señal y continuamos por la derecha pasando por la masía blanca de Can Pugetó.
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Vistas al Túró de Montsoriu |
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Llegando a la bifurcación |
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El salto hacia la derecha |
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Can Pugetó |
Un poco más adelante llegamos a una nueva bifurcación. Seguimos por la pista de la izquierda que hace un giro pronunciado y que,en suave descenso, poco a poco nos irá acercando a la Riera de la Pineda.
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Seguimos por la pista de la izquierda en bajada |
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Poco a poco nos acercamos a la riera |
Obviamos un desvío a la izquierda que cruza la riera y continuamos bajando hasta llegar casi al punto donde la pista la cruza. Unos metros antes, a nuestra derecha hay un sendero herboso por el que continuamos nuestra marcha. Ya estamos bastante cerca. Tras pasar junto a unos eucaliptos llegamos a un punto donde parece que el sendero se divide. Caminamos hacia la izquierda entrando en un pequeño prado donde un árbol con dos troncos nos servirá de referencia. Vamos hacia la izquierda y encontraremos el rastro del sendero que nos conduce hasta el lecho de la riera y al salto. El ayuntamiento de Arbúcies podría haberse estirado un poquito más y gastarse cuadro duros en un par de postes indicadores para señalar el camino.
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Tomamos el sendero de la derecha |
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Junto a unos eucaliptos... |
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...cuya altura impone |
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Nos desviamos hacia el prado |
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Al llegar a este árbol nos desviamos a la izquierda... |
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...y el senderito nos lleva hasta la riera |
Una vez en la riera podemos contemplar el Salt de la Dona d'Aigua, una triple salto de agua encajonado entre las rocas realmente bonito. No es muy alto, pero si tiene su encanto. Las "
dones d'aigua" eran ninfas aladas que habitaban en los arroyos y rieras. El lecho de la riera es arenoso, lo que nos permite descalzarnos y caminar hasta el salto, donde forma una pequeña poza. Pasamos un buen rato con los pies en remojo. El agua está
fría pero es soportable. Hay varias familias repartidas en la pequeña
explanada que hay en el lugar.
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Salt de la Dona d'Aigua |
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Nos descalzamos para acercarnos al salto |
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Una foto con Jan |
Según he podido leer, cuanta la leyenda, recogida por Victor Balaguer, que
l'hereu de
una masía cercana dormía plácidamente la siesta cuando se despertó por
el sonido de una persona que cantaba. Intrigado se acercó hasta la riera
donde encontró a una ninfa de la que se enamoró perdidamente. La ninfa
le correspondió con la condición de que nunca preguntara por su origen
ni que la llamara
dona d'aigua. Así fue como se casaron y tuvieron dos hijos. Sin embargo, un mal día en medio de una discusión, el hombre perdió los estribos y se dirigió a ella como
dona d'aigua. La mujer abandonó la casa y marchó hasta el Gorg Negre donde se lanzó y despareció para siempre. Las cosas empezaron a ir de mal en peor en la propiedad. Pero pasaba que cada mañana los hijos aparecían vestidos y peinados. Al indagar sobre ello, los hijos le dijeron al padre que era su madre la que cada mañana venía a verles antes de que nadie se levantara. Entre los cabellos de la hija el hombre encontró dos perlas, las lágrimas de su mujer. Estas perlas continuaron apareciendo cada día y las cosas mejoraron, pero nunca más volvió a ver a su esposa.
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La familia posando junto al salto |
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Una toma más cercana |
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Los niños pasan un buen rato en remojo |
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El agua discurre con parsimonia por la riera |
Nos secamos los pies y regresamos al pueblo por el mismo camino de la ida. Ha sido un agradable paseo para conocer un bonito rincón del Montseny.