Con los niños a cuesstas

Con los niños a cuesstas

jueves, 25 de septiembre de 2014

Gorges de la Fou

Dos kilómetros a las afueras de Arlès-sur-Tech se encuentra uno de los desfiladeros más estrechos y largos del mundo. Con una longitud de 1739 m y una profundidad media de unos 200 metros, las Gorges de la Fou se convierten en un verdadero espectáculo para disfrutar en familia. Si venimos de Barcelona, solo hay que seguir la autopista hasta cruzar la frontera y salir en la salida 43-Le Boulou, para continuar por la D-115 hasta las afueras de Arlès-sur-Tech. Si por el contrario estamos pasando unos días por la zona de Camprodón, sólo hay que cruzar la frontera dirección Prats de Molló y continuar por la carretera hasta las gorges. Si, como nosotros, hemos visitado primero los Òrganos de Ille-sur-Tet, os recomiendo usar Google Maps para ver la ruta, hay tres posibilidades y cualquiera es  buena, para un trayecto que en nuestro caso fue de 40 minutos.




Distancia: 3 km
Duración: 2 horas, con tranquilidad

Dejamos el coche en el aparcamiento que hay habilitado en el lugar y nos dirigimos a las taquillas a comprar las entradas. Antes de entrar nos entregan unos cascos de paleta para protegernos de la posible caída de piedras. Como para los críos pequeños no hay modelo paleta de su tamaño, a Jan le entregan el modelo ciclista, último grito este verano en este lado de la frontera. Avanzamos por un camino de tierra hasta la entrada propiamente dicha del desfiladero.


Al fondo las taquillas

Equipados para visitar las Gorges de la Fou

Avanzando hacia la entrada


El nombre de "la Fou", que identifica al torrente que pasa bajo nuestros pies, procede de una antigua palabra catalana que significa precipicio. Nos adentramos en el desfiladero caminando por una pasarela metálica con barandas a los lados totalmente segura. Sólo hay que prestar atención al piso que puede estar resbaladizo en algunos puntos por efecto del agua. Nada más entrar la temperatura ha bajado bastantes grados, cosa que se agradece ahora en verano y nos sorprende la estrechez de la garganta y la vegetación abundante que hay en esta primera parte del recorrido.


Inicio del recorrido

Primeros metros de desfiladero

Llama la atención lo cerca que están las paredes rocosas

Una foto al inicio

Vamos remontando el torrente hasta pasar por una estrecha zona donde podemos tocar ambas paredes con sólo abrir los brazos. A la derecha encontramos una pequeña gruta donde hay una imagen de San Juan Bautista, y un poco más adelante una enorme roca encajonada entre las paredes del desfiladero, conocida como la Roca del Aguila. No pasa desapercibida la malla metálica que hay colocada sobre nosotros para detener la caída de piedras, por lo que el uso del caso, aunque parezca de juguete, está más que justificado.


Remontando el torrente

Aquí casi podemos tocar ambas paredes

Gruta de San Juan Bautista

Aquí se detuvo la roca de Indiana Jones

Poco a poco vamos avanzando subiendo en algún que otro punto un tramo de escaleras. Llegamos hasta donde el agua ha creado en la roca una puerta natural, que da acceso a una de las varias grutas que cruzaremos en nuestro recorrido. En este caso es la Gruta de Can Pey.

La pasarela continúa bordeando las rocas

Subiendo un tramo de escaleras

Entrada a la gruta

La madre dirige la expedición

Otro paso bastante estrecho


Otro tramo de escaleras nos lleva a una zona más abierta, donde la roca ha dejado paso al verde de la vegetación. En esta parte la altura sobre el lecho del torrente es mayor. Observamos el efecto de la erosión que produce el agua en la roca, creando pulidas ondulaciones sobre su superficie. Pronto llegamos a una de las zonas de seguridad que hay repartidas por el recorrido, donde hay un teléfono de emergencia y unos bancos para descansar. Continuamos nuestro camino hasta llegar una nueva gruta, la gruta de los Trabucaires.


Nuevo tramo de escaleras

El agua discurre veloz bajo nuestros pies

Zona más frondosa

Aquí la altura ya es algo mayor

Puesto de seguridad y descanso

¡La familia se me escapa!

Llegando a la gruta de los Trabucaires

Es una de las partes más bonitas del recorrido. Las leyendas cuentan que en esta zona se escondían salteadores de caminos, conocidos como "trabucaires". Se trata de un paso bastante angosto donde hay bonitas formaciones rocosas. Subimos varios tramos de escaleras superando unos saltos de agua hasta llegar a la roca conocida como la Piedra del Soldado, donde un pequeño texto nos informa que en este lugar un pastor encontró una de sus ovejas con vida después de haber caido rodando garganta abajo.



Gruta del los Trabucaires

Más tramos de escaleras

Vamos ganando altura y superando pequeños saltos de agua

Piedra del Soldado

Aquí la altura es mayor

Pasamos ahora por una zona mucho más abierta donde el torrente discurre formando saltos de agua y pequeñas pozas que invitarían a un baño si no fuera por la peligrosidad del lugar.


Bonito salto de agua

Avanzando por la pasarela

Pozas que forman los saltos

Otro pequeño salto

Con mis peques

Nos acercamos al final del recorrido, subiendo un nuevo tramo de escaleras y llegando a una amplia zona de descanso (bueno, tampoco tan grande), donde, aprovechando que no hay nadie, nos apropiamos de uno de los bancos y damos cuenta de nuestros bocatas.

Llegando al final del recorrido

Los críos suben mientras contemplo un pequeño salto

El salto de agua que miraba

Hora de comer

Tras dar cuenta de los bocadillos y con el espíritu solidario que nos caracteriza, dejamos los bancos a otros excursionistas que nos miraban con cierta envidia por comer sentados, e iniciamos el camino de vuelta. Describo la bajada, más que nada para mostrar con las fotografías otra perspectiva de las gorges.


El trasiengo de excursionistas es constante

El agua forma bonitos recodos

Varios saltos de agua


Bajamos los tramos de escaleras y pasamos por la zona de los saltos de agua hasta llegar nuevamente a la Piedra del Soldado, adentrándonos en el interior de la gruta.

Otra perspectiva del recorrido

Llegando de nuevo a la Piedra del Soldado

Otra foto,que siempre salgo poco

Adentrándonos en la gruta

La bajada me ofrece otra visión del recorrido, mostrando detalles que me habían quedado ocultos a la ida. En el interior de la gruta se han formado algunas campanas y la roca adquiere formas variadas.


Campana

La roca adquiere diferentes tonalidades

El agua se desliza por las rocas

Saliendo al exterior de la gruta

Seguimos nuestro descenso pasando nuevamente por la zona más húmeda del recorrido, donde la vegetación y el musgo es abundante


Seguimos nuestro recorrido de vuelta

Llegamos a la zona más húmeda

Plantas...

... y musgo

Llegamos nuevamente la parte más angosta del desfiladero donde extendiendo los brazos alcanzas ambas paredes, lo que da una idea de su estrechez, y pasamos otra vez por la gruta de Can Pey.


Acercándonos a la gruta de Can Pey

Bajando otro tramo de escaleras

Nuevamente en el interior de la gruta

Tocando ambas paredes

En el exterior de la gruta de Can Pey hay una imagen de la Virgen que me había pasado desapercibida a la ida. En el  lecho del torrente descansan infinidad de monedas, por esa extraña manía que tiene la gente de deshacerse del dinero que tanto cuesta ganar (a lo mejor a ellos no).


Imagen de la virgen

Monedas en el fondo del torrente

El agua resbala por la roca y cae sobre nosotros

Pasando a través de la abertura

Descendemos varios tramos de escaleras, llegamos a la Roca del Águila y poco a poco cubrimos los últimos metros del recorrido.



Bajando las escaleras

Acercándonos a la Roca del Águila

La roca, encajonada entre las paredes

Una última foto de mi grupo

Llegando a la salida del desfiladero


Han sido dos horitas de excursión que nos han permitido descubrir un extraordinario paraje natural.