Con los niños a cuesstas

Con los niños a cuesstas

viernes, 24 de febrero de 2012

Pedró dels Quatre Batlles

Este fin de semana nos hemos trasladado a la localidad de Odèn, cercana a la estación de esquí de Port del Comte para tomar el previsible último contacto con la nieve. El día que estuvimos esquiando en las pistas observé que las montañas estaban totalmente limpias de nieve, lo que nos llevó a programar la ascensión al Pedró dels Quatre Batlles, cima más alta de la comarca del Solsonés con 2387 metros de altura, para el domingo por la mañana. La ascensión resultó más dura de lo previsible, pues la mayor parte del camino transcurre por las pistas de esquí, que estaban cerradas, y la pendiente es considerable. Además una vez al pie del Pedró, su ascenso no es fácil para los niños pequeños, pues, además del desnivel, la ladera está sembrada de pequeñas tarteras que dificultan el caminar.

Distancia: 8 km.
Tiempo: 4 horas, con paradas
Tiempo para un adulto: 2 horas 30', sin paradas

Mapa de la ruta - ICC

Mapa más detallado


Nos acercamos a la estación de esquí de Port del Comte y dejamos el coche en el parking de la zona de Estivella, también conocido como Clot de la Vall. El día es espléndido pero la temperatura a primera hora de la mañana es de -2ºC. Frente a nosotros encontramos un cartel que nos indica la dirección a seguir para ascender al Pedró.

Parking del Clot de la Vall

Cartel indicativo

Abrigados para combatir el frío de la mañana


Tomamos la pista que pasa por la derecha de una enorme balsa de agua que se utiliza para la fabricación de nieve artificial, y que rápidamente se empina de forma considerable. Dejamos a nuestra izquierda el telesilla, mientras subimos poco a poco, tomándolo con calma. La pista gira a la derecha para posteriormente volver hacia la izquierda encontrándonos  nuevamente con el telesilla.


A nuestra izquierda queda la balsa de agua

Comenzamos a subir poco a poco

La pista vuelve a girar hacia la izquierda

Poco a poco vamos ganando altura


La subida se hace pesada y monótona. El desnivel es bastante fuerte, pues no olvidemos que se trata de una pista de esquí catalogada como difícil. Cuando encontramos nuevamente el telesilla una pista nos sale por la izquierda junto a un poste indicador. Hacemos aquí una pequeña parada para recuperar fuerzas antes de continuar por la pista principal, siguiendo el telesilla, que ahora se empina con ganas.


Jan tirando del resto de la familia

Cruce de pistas. Debemos seguir recto siguiendo el telesilla

Una pausa para comer algo y recuperar fuerzas

Nos ponemos nuevamente en marcha por la pista que, en este tramo y hasta llegar a la caseta donde finaliza el telesilla, en la zona conocida como Prat de l'Orri, tiene una pendiente considerable. Tras superar el fuerte desnivel  y cuando la pista gira a la derecha, veremos a nuestra izquierda una canalización del agua donde hay marcada una flecha roja. Para los más valientes se puede ascender por aquí en lugar de seguir la pista y no dar tanto rodeo. Sin embargo, nosotros preferimos tomarlo con calma y continuar caminado por la pista hasta la altura de la caseta, divisando a nuestra izquierda otro poste indicador que señala el camino al Pedró.


Ascendemos la empinada pista

Se puede acortar por aquí, aunque la pendiente es algo pronunciada

Caseta donde finaliza el telesilla


Trepamos una pequeña ladera y descansamos en el prado. Los niños se han comido un desnivel de 300 metros en la subida y hay que reposar y recuperar fuerzas. Ahora se trata de seguir la pista que marca el poste indicador para alcanzar el collado. La subida es ahora más suave y se hace más llevadera para los pequeños.


Ascendemos la ladera en busca del prado

Jan recuperando fuerzas

Ahora hay que alcanzar el collado

La subida es mucho más suave


Vista atrás hacia el Prat de l'Orri

Alcanzamos fácilmente el collado, que se abre ante nosotros como un alargado prado entre la ladera del Pedró a nuestra derecha y el Vulturó a nuestra izquierda. Nuestra primera intención era subir hacia el collado que hay entre el Pedró y otra elevación que encontramos en primer término, pero la ladera es bastante empinada y está salpicada de tarteras.


Alcanzamos el collado

Mª José señalando la cima del Pedró

Jan avanzando por los prados del collado

El Pedraforca asomando sus pollegons al fondo


Decidimos continuar caminando para ascender el Pedró por su vertiente oeste, que parece más accesible por las curvas de nivel que aparecen en el mapa. Diviso algo de nieve, así que para evitar la caminata a los niños, me acerco para ver si es posible subir más cómodamente por ahí. Sin embargo, hay mucha nieve acumulada en ese lado de la montaña, lo que me hace desistir de subir por esta parte.


Nos dirigimos hacia la parte posterior del Pedró

Los niños descansan un rato mientras el padre explora

Compruebo que la subida por ese lado es más difícil por la nieve

Vuelvo con la familia y decidimos ascender por su empinada ladera, trazando una diagonal y evitando en la medida de lo posible las acumulaciones de piedras. El ascenso es duro y algo penoso para Jan, por lo que, poniendo a prueba mis cuádriceps, lo cojo en brazos en los tramos más complicados de la subida. Erik, más mayor y más habituado a estas locuras de subir montañas, sube con un desparpajo increible.


Iniciando la subida

Erik abriéndo huella a su madre

¿Mal de altura?

Por increible que parezca, en unos quince minutos divisamos la cima del Pedró dels Quatre Batlles. Jan se lanza a la carrera para ser el primero en coronar el Pedró. Hemos tardado un poco menos de dos horas en hacer cima. Hay un poco de nieve acumulada en la cumbre, en especial por su vertiente oeste. Las vistas son preciosas, aunque el viento, que empieza a soplar con cierta fuerza, más la baja temperatura no hacen muy agradable la estancia en la cumbre. Desde la cima se divisa una extraordinaria panoránica: Rassos de Peguera, Pedraforca, Sierra d'Ensija, Sierra del Cadí y los Pirineos.


La cima ya a la vista

Jan a punto de coronar el Pedró

¡¡¡Cima!!!

Panorámica desde la cumbre

Poco a poco van llegando los miembros rezagados de la familia. Sacamos de la mochila a Rufus, el peluche que es la mascota de la clase de Jan y que este fin de semana le ha tocado cuidar y nos ha acompañado en esta ascensión. Preparamos la cámara y nos hacemos la foto de rigor en la cima. Escribimos nuestros nombres en la libreta que hay en el interior del buzón junto a una senyera. La cima está decorada con varios belenes y banderas, además de algunos hitos de piedra que construyen los excursionistas que llegan hasta aquí.


Acercándose a la cumbre

Erik en la cima

Mª José cerrando el grupo

Pedró dels Quatre Batlles, 2387 m.

En el collado que separa el Pedró de otra elevación de la que desconozco el nombre, pues el mapa del ICC no lo indica, hay una lengua de nieve bastante grande. Los pequeños cogen sus palas y al igual que en el Puigllançada, se encaminan hacia allí para deslizarse por la nieve.


Belén y buzón en la cima del Pedró dels Quatre Batlles

Recogiendo las mochilas

Hacia la nieve

Mientras los niños se quedan con la madre deslizándose por la nieve, me acerco a coronar la elevación que hay al noreste del Pedró y cuya cota es 2361 m., según el ICC. Un pequeño montón de piedras señala el punto más alto de la montaña, mientras un poco más lejos se levanta la cima de la Tossa Pelada. El viento sopla con algo más de fuerza y el frío se deja notar.


Erik caminando por la lengua de nieve

¡¡¡¡Allá voy!!!!

Cota 2361 m.

La cota no es mi nariz, son las piedras que asoman por mi hombro

Regreso con la familia y me encuentro a Mª Jose disfrazada de "terrorista", protegiendose del viento, mientras los críos parecen estar en su salsa con sus palas de nieve. No tengo más remedio que fastidiarles la diversión. Entre el frío, la hora y las nuebes que empiezan a aparecer por el este, decido iniciar el descenso hacia el collado.


Mª José tapada para protegerse del viento

Se acabó la diversión

Bajando la ladera

La bajada, al igual que la subida, es bastante complicada para Jan por la acumulación de piedras. A pesar de buscar las zonas donde hay más claros, muchas veces no queda otra opción que cruzar pequeñas tarteras. Alcanzamos por fin el prado y de aquí hasta el coche nos lleva 45 minutos.


Erik el primero en alcanzar el collado

De vuelta al coche