La segunda excursión que realizamos durante nuestra estancia en la Vall d'Aran consistió en visitar el Bosque de Carlac, un bonito hayedo en el que sus retorcidos troncos centenarios crean un paisaje que ahora en otoño es un auténtico espectáculo. El punto de partida es el pequeño pueblo de Bausén al que se llega desde Vielha por la N-230 dirección Francia. Tras unos cinco kilómetros de carretera en buen estado, pero algo estrecha y empinada, llegamos a la entrada del pueblo donde dejamos el vehículo.
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Mapa de la ruta - Ed. Alpina |
Distancia: 6.5 km.
Tiempo: 3 horas, con paradas
Tiempo para un adulto: Unas dos horas
Justo a la entrada del pueblo, un poste indicador nos dirige por unas escaleras hacia la parte superior del pueblo, donde las marcas blancas y rojas del GR 211-2 nos desvían hacia la derecha pasando por la iglesia y su cementerio adosado.
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Entrada al pueblo |
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Poste indicador |
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Subimos por estas escaleras |
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Giramos a la derecha... |
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...y pasamos de largo la iglesia del pueblo |
El camino pasa por la pequeña ermita de Sant Roc y, en este punto, abandonamos momentáneamente el sendero para dirigirnos hacia unas antenas y visitar un pequeño cementerio con una sola tumba, la tumba de Teresa, y conocer su historia. A principios del siglo XX dos jóvenes enamorados pidieron permiso al capellán del pueblo para casarse, pero como tenían cierto parentesco, no quiso dárselo si no pagaban la 'dispensa' que la iglesia exigía. A pesar de las súplicas de la pareja y ante la negativa del párroco a casarlos, optaron por vivir juntos. La felicidad no duró mucho, ya que a los 33 años Teresa falleció. El párroco se negó a enterrarla en el cementerio que hay al lado de la iglesia, lo que llevó a todo el pueblo a construir otro 'civil' en un rincón apartado y tranquilo. Es aquí donde descansan los restos de esta mujer y donde no faltan las flores sobre su tumba. En este
enlace podéis encontrar más información si estáis interesados en esta historia.
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Ermita de Sant Roc |
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Bajamos a visitar la tumba de la Teresa |
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Nunca faltan las flores en su tumba |
Volvemos nuevamente al sendero para continuar nuestra excursión. Éste va rodeando la pared rocosa que queda a nuestra izquierda, mientras a nuestra derecha se abren unas espectaculares vistas hacia Canejan y el Barranc de Toran y el lecho del río Garona. Pronto llegamos a las primeras estribaciones del bosque de Carlac donde las primeras hayas se mezclan con el verde del musgo y los helechos.
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La pendiente es muy suave |
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Canejan |
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El camino va rodeando toda esta ladera rocosa |
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Grandes vistas se nos abren a nuestra derecha |
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Entramos en una zona más sombría |
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Helechos |
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Musgo sobre las rocas |
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Uno de las primeras hayas del bosque |
Conforme nos adentramos más en el bosque, comenzamos a encontrarnos más ejemplares de haya. Cruzamos una pasarela de madera y, ahora sí, entramos en la parte más bonita del bosque.
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El camino siempre señalizado con las marcas del GR |
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Encontramos ejemplares más grandes |
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Otro más |
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Cruzamos una pasarela sobre el lecho seco de un arroyo |
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Mirando las hayas que hay ladera arriba |
El camino va rodeando la montaña y los bonitos árboles quedan a ambos lados del sendero, ladera arriba y ladera abajo. No es un hayedo como la Fageda d'en Jordà o la de la Grevolosa en el que puedes deambular por todo el bosque, pero eso no le quita ni una pizca de belleza. Entre una vegetación espesa, las hayas crecen formando figuras que parecen sacadas de un cuento de hadas y duendes.
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Un primer ejemplar |
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Otro más |
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Seguimos cruzando el bosque |
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Otro maravilloso ejemplar |
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Aquí varios ejemplares juntos |
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Una foto con una haya centenaria |
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El musgo y los troncos crean un paisaje mágico |
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Aquí se puede observar la pendiente de la ladera |
Seguimos nuestro paseo por medio de este bonito bosque. Poco se puede añadir a lo dicho anteriormente. Tan sólo disfrutar del lugar.
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Seguimos con nuestra marcha |
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En algunos puntos el camino se estrecha |
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No puedo dejar de fotografiarlos |
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Bonito colorido otoñal |
Nos acercamos ahora al Arriu Carlarc, entrando en zona más húmeda y verdosa donde abundan los helechos. El río, que no lleva un cauce muy caudaloso, se supera por una pasarela de madera.
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Seguimos con bonitas imágenes del bosque |
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Los helechos nos avisan de un cambio radical en el paisaje |
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Bajamos hacia el lecho del Arriu Carlac |
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Erik sobre la pasarela de madera |
Nos encontramos a la mitad de la excursión. Tras salir de esta zona más verdosa y húmeda, iniciamos una empinada subida atravesando nuevamente el hayedo de Carlac. Es la parte más durilla del recorrido, pero tampoco mata. Nos servirá para llevar un ritmo más pausado y disfrutar mejor del paisaje.
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Dejamos atrás el lecho del río... |
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...e iniciamos la subida |
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Compartimos el camino con más excursionistas |
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Seguimos encontrando bonitos ejemplares de haya |
El camino hace un giro de 180º y mantiene durante un poco más la pendiente. Finalmente, alcanzamos el punto más alto de la ruta (estamos a casi 1200 metros de altura), pasamos junto a un pequeño refugio de piedra y volvemos a cruzar el Arriu Carlac, por otra pasarela de madera.
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Giramos y seguimos subiendo |
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Otro haya de curioso tronco |
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Una pausa para recuperarnos de la subida |
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Jan observando curioso el refugio de piedra |
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Un pequeño claro nos permite divisar las montañas |
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Cruzando otra vez el Arriu Carlac |
Un suave descenso por este precioso hayedo nos conduce hasta una pradera, el Coret de Pan, desde la que divisamos los picos de Aneto y Maladeta. Empezamos a encontrarnos las primeras bordas, que nos indican que nos vamos acercando al pueblo.
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Seguimos nuestro descenso por el hayedo |
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La familia bajo el influjo de los duendes de Carlac |
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Pasando por la parte final del hayedo |
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Los helechos secos en esta parte más soleada |
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Vistas hacia el Aneto |
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Una borda asoma entre la vegetación |
Este tramo abierto es realmente agradable. Las laderas de las montañas que nos rodean están salpicadas con los típicos colores otoñales.
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Más bordas |
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Bajando hacia Bausén |
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Otra borda |
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La encontramos cerrada |
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El pueblo ya a la vista |
Un agradable y zigzagueante sendero nos conduce hasta la entrada del pueblo, pasando junto a varias bordas, la mayoría cerradas y alguna en un pésimo estado de conservación.
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Seguimos nuestro descenso hasta el pueblo |
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Pasando junto a otras bordas |
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Entrando en el pueblo |
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Refrescándonos en la fuente |
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Paseando por sus calles |
Merece la pena deambular un poco por las empinadas calles de este pueblo, sacado de una auténtica postal aranesa. Merece la pena pararse un rato en el bar del pueblo, la Tauerna Era Pajareta, y tomarse una cervecita.
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