Tras varios fines de semana lluviosos, aprovechamos una tregua del mal tiempo para conocer el único monasterio benedictino que hay en la comarca de Osona, el monasterio de Sant Pere de Casserres que se encuentra sobre un meandro que forma el río Ter antes de que se embalsen sus aguas en el pantano de Sau. Es una excursión sencilla, no muy larga, y con buenas vistas sobre el Collsacabra y el río Ter. El camino comienza junto al Parador de Turismo de Sau, y para llegar aquí cogeremos la C-17 hasta enlazar con la C-25 dirección Girona, para posteriormente tomar la C-153 hacia Roda de Ter, siguiendo ya los indicadores que llevan al Parador.
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Mapa de la ruta - Editorial Alpina |
Una espesa niebla y 2º de temperatura nos reciben cuando llegamos al Parador de Turismo. Sin embargo, confiamos que a lo largo de la mañana se vaya levantando y podamos disfrutar de las vistas que el camino ofrece. Dejamos el coche en el parador y volviendo hacia la carretera subimos por unas escaleras de piedra que salen a la pista asfaltada que lleva al monasterio. Ascendemos por ella unos metros y antes de llegar a una curva, una gran losa de piedra nos señala el camino a seguir.
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Niebla espesa y temperatura baja al comenzar la excursión |
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Escaleras a la entrada del Parador |
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Subimos un poco por la pista asfaltada |
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Inicio del sendero al monasterio |
Entramos en un bosque de encinas y robles, con algún que otro madroño, siguiendo las marcas blancas, rojas y amarillas que encontraremos pintadas en los troncos de los árboles. El terreno está lleno de hojas y con la humedad hay que tener cuidado de no resbalar en algunos tramos de bajada. El camino hace contínuas ondulaciones, con más bajadas que subidas. Cuanto más se baja, más niebla. Viendo que no vamos a disfrutar de las vistas al río Ter, los niños se conforman con ir contando y fotografiando las setas que encontramos a lo largo del sendero.
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Nos adentramos en el bosque |
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El camino desciende ligeramente |
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Sin embargo el sol luce cuando subimos... |
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...para dejar lugar a la niebla en cuanto volvemos a descender |
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Una bonita seta |
Seguimos por dentro del bosque en contínuas subidas y bajadas. En ocasiones el sendero desemboca junto a la carretera, para volverse a introducir en el bosque. Encontraremos varias losas de piedra indicándonos el camino a seguir cada vez que hay un cruce de senderos. La niebla sigue sin disiparse y nos impide disfrutar de las vistas.
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Losas de piedra indicando el camino a seguir |
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Comienza a filtrarse algunos rayos de sol |
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La niebla nos tapa las vistas sobre el Ter |
Bajamos por el sendero, ahora más estrecho y salvando alguna altura entre roca y roca, que nos conduce a una zona abierta junto a la entrada del aparcamiento del monasterio. La niebla se va marchando y la visibilidad ya es muy buena. El sol nos calienta y ya divisamos San Pere de Casserres. Llegamos al restaurante del monasterio, donde hacemos uso de sus aseos, muy límpios por cierto, y nos encaminamos hacia el cenobio, donde se compran las entradas para su visita.
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Vistas al río Ter |
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Sant Pere de Casserres apareciendo entre la niebla |
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A la entrada del restaurante del monasterio |
Detrás del restaurante hay un prado donde aprovechamos para comer algo. Ahora para acceder al monasterio tenemos dos opciones: la fácil, que es un camino llano por donde transita un numeroso grupo de jubilados, y el "difícil", que es un sendero que hay por encima del primero, y que pasa sobre unas rocas y baja por unas escaleras de piedra hasta llegar al cenobio. Como buenos "Callejas" optamos por el "difícil". Unas barras de hierro con cuerdas evitan que nos desviemos del camino y podamos caer.
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En el prado que hay detrás del restaurante con vistas al Ter |
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El sendero que nos conduce al monasterio |
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Erik subiendo por una zona empedrada |
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El monasterio ya a la vista |
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Llegando a Sant Pere de Caserres |
El monasterio benedictino de Sant Pere de Casserres tiene su origen en el año 1005 cuando la vizcondesa Ermetruit comenzó a reconstruir la iglesia de Sant Pere, que se levantaba entre las ruinas del castillo de Casserres, cuya primera mención es del año 898. En este
enlace hay un extenso artículo, muy interesante, sobre la historia del monasterio, desde su fundación hasta nuestros días. Durante la visita podemos contemplar las distintas estancias del monasterio, decoradas con diversos objetos para mostrarnos cómo era la vida en el cenobio.
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Entrada al monasterio |
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Acceso a las dependencias del cenobio |
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Locutorio, posteriormente convertido en bodega |
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Cocina |
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Refrectorio |
Digno de mención es su claustro, muy bien reconstruido y que alberga una cisterna para recoger las aguas pluviales en el centro, y las tumbas antropomorfas que hay en la parte exterior, pues al parecer el monasterio de levantó sobre una necrópolis.
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Claustro |
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Dormitorio |
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Tumbas antropomorfas |
La iglesia del monasterio es de planta cuadrangular, con tres naves cubiertas por una bóveda de cañon y acabadas en un ábside semicircular. Junto al monasterio, en la parte de atrás, se levanta el hospicio, lugar donde se alojaban los peregrinos y hoy convertido en una sala audiovisual.
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Detalle externo del ábside junto a las tumbas |
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Interior de la iglesia |
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El hospicio en la parte trasera del monasterio |
Como todos los lugares de peregrinación, Sant Pere de Casserres también tiene su leyenda y sus reliquias, las del niño Santo. Cuentan que un recién nacido habló a los tres días de vida para revelar que moriría muy pronto. Sus restos deberían ser colocados a los lomos de una burra ciega y allí donde ésta se detuviera, deberían construir una iglesia en honor de Sant Pere. Durante mucho tiempo sus reliquias se veneraron y fueron objeto de peregrinación, hasta que, ya en tiempos recientes, fueron robadas. Recuperadas más tarde y en un lamentable estado, hoy se encuentran en una masía del Pla de Roda.
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Acceso a la parte superiror. La escalera conduce al campanario |
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Todos junto al monasterio |
El lugar es muy agradable, y en primavera es un buen sitio donde poder hacer un picnic, si queremos pasar el día. Una vez visitado el monasterio y descansado un rato emprendemos el camino de vuelta por el mismo sendero, disfrutando, esta vez sí, de las vistas que la niebla nos había negado por la mañana.
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Cogemos nuevamente el sendero |
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Poco a poco dejamos atrás el monasterio |
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La sierra de Cabrera con su santuario |
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Las marcas nos siguen acompañando todo el camino |
Si los niños están cansados de caminar por el sendero, tenemos la opción de salir a la carretera en alguno de los tramos en los que el camino va a parar casi al borde de ésta. Es más monótono pero se puede disfrutar de las vistas sobre la plana de Vic, el Pedraforca y la Sierra del Cadi. Finalmente llegamos nuevamente al parador, con las vistas del Pantano de Sau que la niebla nos había impedido ver al inicio de la excursión. Desde aquí nos dirigimos al pueblo de Tavérnoles, donde paramos a comer en el restaurante El Roquet, excelente comida y buen precio.
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Llegando al Parador |
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Vistas del pantano de Sau desde el Parador |