El tercer día amaneció muy nublado en Font-Romeu. La previsión meteorológica anunciaba lluvias para la tarde, pero la nubes que teníamos encima nuestro no parecían estar de acuerdo con el hombre del tiempo. No llovía, pero daba la impresión de que en cualquier momento podía ponerse a chispear. Teníamos pensado ascender al Pic dels Moros, pero con ese tiempo no era posible, era arriesgarse mucho. Así que decidimos cambiar nuestros planes y bajar hasta Eina, para hacer un recorrido por sus alrededores en una bonita, corta y sencilla ruta que nos permitiría visitar algunos monumentos megalíticos que hay repartidos por sus prados. Para acercarnos hasta Eina desde Catalunya hay que cruzar la frontera francesa tras pasar por Puigcerdà y seguir la N-116 que conduce a Mont-Louis, hasta encontrar el desvío señalizado que hay pasado el pequeño pueblo de Saillagouse. Una vez en Eina (Eyne en francés), dejamos el coche en un aparcamiento que hay justo a la entrada del pueblo.
Distancia: 5 km.
Tiempo: 2 horas, a paso de niño
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Mapa de la ruta - Folleto informativo |
Junto al aparcamiento está el punto de información (la Maison de la Vallée) donde nos suministrarán un folleto con el recorrido que vamos a realizar. Salimos y giramos a la izquierda por la primera calle, la calle del Carreter, al final de la cual comienza un camino de tierra que nos aleja del pueblo.
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Saliendo del punto de información |
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Por la calle del Carreter |
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Abandonamos el pueblo por la pista |
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En la bifurcación tomamos el camino de la derecha |
Avanzamos por el antiguo camino de Bolquera rodeados de prados y con unas vistas excelentes hacia los dos lados del altiplano de la Cerdanya. La pista nos lleva hasta el primer monumento megalítico (perfectamente indicado, de hecho toda la ruta esta muy bien señalizada), el dolmen del Pou, del cual sólo quedan unos pocos restos, y que se encuentra sobre un pequeño montículo a la derecha del camino. Sin embargo, arqueológicamente es quizás el más importante de todos los restos que vamos a visitar durante la excursión. Data del año 2200 antes de Cristo, y en su interior se encontró una caja de piedra con restos humanos calcinados.
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La ruta, perfectamente señalizada |
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Antiguo camino a Bolquera |
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Desvío hacia el primer dolmen |
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Erik dirigiéndose hacia el túmulo |
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Restos del Dolmen del Pou |
Volvemos al camino y en ligera bajada llegamos a una bifurcación. Giramos a la izquierda y pisamos una de las vías de comunicación más antiguas de la Cerdanya, una calzada romana que iba hacia Catalunya. A la derecha, en medio de los prados sobre un pequeño promontorio vemos el dolmen de Pasquarets. Abandonamos momentáneamente el camino y subimos por un pequeño senderito hasta el dolmen. Aquí, según el folleto que llevamos, se han encontrado perlas de estaetita y de pasta, restos de los objetos ornamentales del difunto. Es un bonito dolmen, aunque pequeño. Sin embargo, las vistas desde aquí son realmente bonitas.
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A lo lejos ya vemos el dolmen de Pasquarets |
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En la bifurcación, a la izquierda |
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Por el senderito hacia el dolmen |
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Jan entra en el interior del dolmen |
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Una foto con el dolmen |
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Dolmen de Pasquarets |
Empiezan a caer unas gotas y creo que vamos a tener que echar mano de los chubasqueros. Frente a nosotros, por la zona cercana a Font-Romeu se ve una cortina de agua, señal de que las lluvias se han adelantado. En el altiplano, sin embargo, deja de chispear. Bajamos por la vía romana, un camino amplio reforzado por muros de roca tallada en algunos puntos. Encontramos una nueva señal que nos indica la dirección hacia el puente megalítico.
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Las nubes descargan al norte |
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Dejamos atrás el dolmen... |
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...y continuamos por el camino |
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Algún resto de empedrado |
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Vistas al Cambre d'Ase |
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Señal hacia el puente megalítico |
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Pasando junto a un muro de piedras |
Nos acercamos a la riera de Eina y la cruzamos por un puente de madera, que está asentado sobre la base del antiguo puente medieval. Pasamos de largo un sendero señalizado a nuestra izquierda, y un poco más adelante llegamos hasta los restos del puente megalítico, del que sólo quedan un par de rocas de granito, por lo menos lo que yo alcanzo a ver. Hay mucha vegetación y una alambrada que nos impide bajar hasta el lecho del riachuelo, así que nos tenemos que conformar con mirar desde el camino.
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Llegando al puente |
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Base de piedra del antiguo puente medieval |
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Pasamos de largo el sendero señalizado... |
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...para visitar el puente megalítico |
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La madre observando los restos del puente |
Volvemos hacia atrás, hasta el sendero que habíamos pasado de largo, y subimos por él hasta alcanzar la carretera. Giramos a la derecha, bajamos por ella unos metros y la cruzamos para continuar por el sendero que nos lleva hasta un menhir, una alargada y puntiaguda roca de granito, que según el folleto es una herencia megalítica de las viejas creencias paganas ligadas al culto del agua y la tierra.
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Subiendo por el sendero |
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Bajamos por la carretera unos metros... |
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...y cruzamos al otro lado para seguir por el sendero |
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Menhir |
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"Jan, hay que comer más jabalíes" |
Dejamos atrás el menhir y atravesamos unos extensos prados que en primavera deben ser espectaculares. Nos aproximamos a la siguiente parada de nuestra ruta prehistórica: las cúpulas.
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Otra vista del menhir |
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El camino se adentra en una zona de prados |
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Vistas hacia los prados |
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Encaminándonos hacia las "cúpulas" |
Las cúpulas son una aglomeración de rocas de granito con algunas pequeñas cavidades que al parecer servían para recoger el agua con fines religiosos. Alrededor de ellas, hay otras pequeñas rocas formando diversas figuras.
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Jan sobre una de las grandes rocas |
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Las rocas repartidas sobre la planicie |
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Otra acumulación de rocas |
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Esas nubes no presagian nada bueno |
El camino gira a la izquierda atravesando una zona conocida como el Pla del Bac, acercándonos al pueblo. Sin embargo, antes de llegar nos desviamos a la izquierda para ver otra acumulación de rocas, una de las cuales forma una pequeña estancia que está datada del año 3300 a.c., testimonio antiguo de la presencia humana en el altiplano ceretano. Tras visitarla, seguimos el camino que, en una fuerte bajada, nos lleva nuevamente a la entrada del pueblo, junto al aparcamiento.
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Visitando la casa prehistórica |
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Los peques explorando |
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El camino nos conduce al pueblo |
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Vistas hacia Font-Romeu |
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Llegando a Eina |
Como la excursión nos había llevado poco tiempo, unas dos horitas, decidimos completar la mañana tomando unos relajantes baños en las aguas sulfurosas de Llo. Desde Eina seguimos una estrecha carretera que en unos ocho kilómetros te lleva a Llo. Solo hay que seguir los indicadores para llegar al aparcamiento de los baños. Hay piscinas interiores, exteriores, sauna y baños de vapor. El agua a 37 grados, lo que necesitaban nuestros cuerpos después de tres jornadas de montaña.
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Una de las piscinas del exterior |
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Jan relajándose bajo un caño de agua |
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Erik en uno de los jacuzzis interiores |
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Que a gustito estamos |
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Un selfie tras los baños |
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